miércoles, 4 de enero de 2012


Los magos nos enseñan


La capacidad para ver la estrella, abiertos a la llamada de Dios, vigilantes, hombres de oración. Saben distinguir perfectamente los signos de los tiempo. No son hombres distraídos. Escuchan la voz del cielo y la su propio corazón.
Su disponibilidad para dejarlo todo y ponerse en camino. No son hombres instalados, apegados a cosas y lugares, porque viven de la esperanza. Hombres libres “de” toda atadura y libres “para” todo aventura, hambrientos de luz y de Dios.
Su constancia en el seguimiento de la estrella. No les faltaron dudas y pruebas en el camino. Ellos pasaron también por la noche, cuando no se ve ni se siente ni se entiende nada; lo difícil de la noche, cuando Dios es silencio y hasta los mas queridos nos abandonan.
Su lectura de los hechos. Cuando la estrella se para ante la casa pobre, no se escandalizan y lo reconocen como Mesías. La mayoría del pueblo judío no fue capaz de hacer esta lectura. Y es que Dios es siempre sorprendente, se viste de sencillo y solo se manifiesta a los humildes y los pequeños.
La adoración. “Cayendo de rodillas lo adoraron”. No basta con ver. La fe es entrega y amor. Ellos, mas que el oro, incienso y mirra, ofreciendo su corazón. Creyeron y adoraron.
Su capacidad de cambio. Fueron capaces de volver por otro camino. Es cosa segura que Dios cambia siempre nuestros planes. Creer es vivir confiados en la inseguridad.
Su transformación. En el viaje de vuelta ya no necesitaban estrellas, porque la estrella la llevaban dentro. Era tal la luz y la alegría que recibieron, que ellos mismos se convirtieron en estrellas. Y por donde quiera que pasaban iban dando testimonio de lo que habían visto y oído. Fueron misioneros de la alegría y el amor.

Carta a los Reyes Magos


¡EXCELENTÍSIMAS MAJESTADES REYES MAGOS DE ORIENTE: MELCHOR, GASPAR Y BALTASAR!
Queridos Reyes Magos:
Todos los años, cuando llegan estas fechas, mi pensamiento se vuelve hacia vosotros. Y, junto con el pensamiento, mi corazón va dictando una serie de deseos que, con vuestra ayuda, quisiera los llevaseis a feliz realidad.
Dejad en el mundo UNA ESCOBA. Para barrer todo lo que suene a violencia y terrorismo. Que no quede ni un solo rincón en las personas con resquicio de rencor o de odio.
Traed, y abundantemente JABÓN. Para limpiar nuestras personas de aquello que, la sociedad, va imponiendo como normal y lógico. 
Echad, en los ojos de todos los hombres y mujeres, COLIRIO. Para que, los unos a los otros, lejos de vernos como adversarios, sepamos contemplarnos y respetarnos como hermanos.
Esconded, debajo de las almohadas de los que os esperan, SUEÑOS. Nunca, como hoy, tenemos abundancia de bienes para vivir y, nunca como hoy, hemos perdido los ideales por los que luchar.
En un rincón del corazón de las personas, derramad toneladas de AZUCAR. Las prisas, los agobios, los trabajos, el afán de superación, nos está convirtiendo en autómatas. Escasamente nos miramos a los ojos. ¡Necesitamos un poco de dulzura!
Si, en vuestros almacenes existen, solicitamos que nos proporcionéis unas LIMAS. Cada día que pasa, y por diversas circunstancias, los tropiezos, las dificultades, los roces, hacen que nos distanciemos y que se acrecienten las diferencias. ¡Necesitamos suavizar las discrepancias!
Traednos unas grandes TIJERAS. Para cortar todo aquello que no es positivo en nosotros. Para confeccionar un traje con la etiqueta del amor, con los botones de la esperanza y de la caridad. ¡Ayudadnos a vestir con el traje de la Fe!
Que vuestros pajes, aunque tal vez piensen que no ocupa nada, que nos transporten un poco de ALEGRIA. Es un bien muy escaso. Es tan invisible que, en el mundo donde vivimos, no lo percibimos. ¡La necesitamos para volver a sonreir!
Todos los años, os dejamos en el balcón o en la ventana, nuestro calzado. En el presente año dejadnos unos ZAPATOS CELESTIALES. De tal manera que, al colocarlos en nuestros pies, caminemos por las sendas de la verdad, de la justicia y del perdón. ¿Tendréis mi número?
Si además añaden un ABRELATAS para abrir nuestro corazón a Dios y un IMPERMEABLE para protegernos de las tormentas que descargan contra nuestras convicciones religiosas, os quedaré –como si fuera un niño- altamente agradecido.
Javier Leoz

Fuente:   http://reflejosdeluz11.blogspot.com/

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