PENTECOSTÉS
Cuando Jesús murió sus amigos los apóstoles quedarosn desolados, se sentían solos, abandonados, pero trás Pentecostés todo cambió, Jesús cumplió su promesa y envío a los apóstoles la fuesza y la valentía que necesitaban a través del Espíritu Santo. Sus vidas cambiaron.
En este ejercicio de Victo M. Sanza trabajaremos sobre ello:
50 día despúes de la Resurreción de Jesús, se cumple la promesa hecha a los apóstoles en la fiesta de Pentecostés, en el siguiente ejercicio vamos a leer y trabajar sobre los acontecimientos ocurridos en aquella festividad: cómo Jesús cumple su promesa y los cambios que se producen en los apóstoles.
Envíanos, Señor, tu Espíritu.
El Espíritu del Amor,
Espíritu de color rojo como la Pasión y el martirio,
Espíritu de manos entrelazadas entre Padre e Hijo.
Envíanos tu Espíritu,
Paloma de Paz
que regala al mundo tu amistad.
Envíanos tu Espíritu,
para que no se nos olvide lo que es amar,
para que no echemos en saco roto la Palabra de la Verdad.
Envíanos tu Espíritu,
fuego valiente en la oscuridad.
Envíanos tu Espíritu,
a los que se van a confirmar,
a los que lo hicieron ya,
a la Iglesia, hogar de fraternidad.
Envíanos tu Espíritu,
para que no olvidemos a los pobres y humildes,
a aquellos que llevan en su corazón el sello del amor.
Dibu: Patxi V. Fano
Texto: Fernando Cordero ss.cc.
Antonio Pagola
Según San Juan, el Espíritu hace presente a Jesús en la comunidad cristiana, recordándonos su mensaje, haciéndonos caminar en su verdad, interiorizando en nosotros su mandato del amor. A ese Espíritu invocamos en esta fiesta de Pentecostés.
Ven Espíritu Santo y enséñanos a invocar a Dios con ese nombre entrañable de "Padre" que nos enseñó Jesús. Si no sentimos su presencia buena en medio de nosotros, viviremos como huérfanos. Recuérdanos que sólo Jesús es el camino que nos lleva hasta él. Que sólo su vida entregada a los últimos nos muestra su verdadero rostro. Sin Jesús nunca entenderemos su sed de paz, de justicia y dignidad para todos sus hijos e hijas.
Ven Espíritu Santo y haznos caminar en la verdad de Jesús. Sin tu luz y tu aliento, olvidaremos una y otra vez su Proyecto del reino de Dios. Viviremos sin pasión y sin esperanza. No sabremos por qué le seguimos ni para qué. No sabremos por qué vivir y por qué sufrir. Y el Reino seguirá esperando colaboradores.
Ven Espíritu Santo y enséñanos a anunciar la Buena Noticia de Jesús. Que no echemos cargas pesadas sobre nadie. Que no dictaminemos sobre problemas que no nos duelen ni condenemos a quienes necesitan sobre todo acogida y comprensión. Que nunca quebremos la caña cascada ni apaguemos la mecha vacilante.
Ven Espíritu Santo e infunde en nosotros la experiencia religiosa de Jesús. Que no nos perdamos en trivialidades mientras descuidamos la justicia, la misericordia y la fe. Que nada ni nadie nos distraiga de seguirlo como único Señor. Que ninguna doctrina, práctica o devoción nos aleje de su Evangelio.
Ven Espíritu Santo y aumenta nuestra fe para experimentar la fuerza de Jesús en el centro mismo de nuestra debilidad. Enséñanos a alimentar nuestra vida, no de tradiciones humanas ni palabras vacías, sino del conocimiento interno de su Persona. Que nos dejemos guiar siempre por su Espíritu audaz y creador, no por nuestro instinto de seguridad.
Ven Espíritu Santo, transforma nuestros corazones y conviértenos a Jesús. Si cada uno de nosotros no cambia, nada cambiará en su Iglesia. Si todos seguimos cautivos de la inercia, nada nuevo y bueno nacerá entre sus seguidores. Si no nos dejamos arrastrar por su creatividad, su movimiento quedará bloqueado.
Ven Espíritu Santo y defiéndenos del riesgo de olvidar a Jesús. Atrapados por nuestros miedos e incertidumbres, no somos capaces de escuchar su voz ni sentir su aliento. Despierta nuestra adhesión pues, si perdemos el contacto con él, seguirá creciendo en nosotros el nerviosismo y la inseguridad.